Saturday, January 13, 2007

Arreola: algunas de sus opiniones [II]

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La versión perfecta debe dar en nuestro idioma una visión, una sensación congruente de lo que pensó el poeta en otra lengua. La obligación del traductor es hacer comprensible, hasta donde se pueda, el poema traducido a un sector de los hablantes, que por azares de la geografía y la historia hacen diferentes modulaciones: la traducción debe integrar la modulación local del poeta vertida a un lenguaje de comunicación universal. No se trata de pasar sonido por sonido ni significante por significante, sino de hacer inteligible, comprensible, a un sector de los hablantes, lo que dijo un hablante de otro sector, valiéndose de todos los recursos fonéticos, significantes y de agrupación de palabras en sistemas melódicos y sintácticos, para restituir la idea del original.
La virtud en el traductor es dar a cada voluntad de expresión datos suficientes de respuesta, para reconstruir lo intraducible, porque lo sentido, la experiencia interna, sólo se puede traducir en aproximaciones lingüísticas. Cuando el poeta quiere trasmitir* en símbolos, en signos de lenguaje, lo que siente en el fondo de su ser, para comunicarse con los demás, ya está haciendo una traducción.

Arreola, ibidem.

*Sic, en el original.

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