En 1959 hice la edición castellana más lujosa de Pound, única en la serie de El Unicornio, porque era demasiado lujosa. Guillermo me dio el dibujo de la portada exterior, y yo seleccioné los tipos y la página en blanco del forro, como lápida.
De aquella primera versión de Personæ, como de la actual, me interesan los maleficios: Guillermo se metió por el lado más difícil, no salirse por la tengente ni adornarse con la traducción, sino hallar el escondrijo. Para alabar o abominar algo debemos ser espantosos. El autor se ve correspondido por el traductor, que no sólo vierte la espantosidad original, sino la mejora en lengua castellana y hasta lo excede en salacidad. Dijiste esto en inglés, pero en castellano se puede decir de esta manera, que tal vez aventaje en ciertos momentos a tu lengua, porque aquí estoy yo, que también vi como inútil a la tarea poética. Entonces seamos malvados, tú eres malvado, pero como eres antes que yo, eres menos que yo. Ahora tu original perversión la perfecciono y la llevo al extremo, porque sé por dónde vas y, como vengo después de ti, te puedo mejorar en la obra de pervertir, en sentimiento y en lenguaje; porque para hacer poesía a veces hay que pervertir o sublimar, y como no todos vamos a ser San Juan de la Cruz, sabemos que sublimar es muy difícil.
Ibid.
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